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Paquita la mentirosa (Fábula).

Había una vez una niña rubia a la que le gustaba mentir. Era muy muy guapa, tan guapa que cuando nació sus padres quisieron llamarla Dorita con todo el amor del mundo, por el rubio dorado de sus cabellos, pero por un capricho del destino, por un error del párroco de la iglesia en la que fue bautizada y del abogado del Registro en el que fue inscrita del que nadie se dio cuenta y que nadie pudo ni quiso arreglar, la llamaron Paquita desde entonces, dando inicio a una singular maldición, pues Paquita era también el nombre de un temido y travieso duende burlón que se dedicaba a hacer sus fechorías nublando la mente de los humanos a quienes poseía con mentiras. Desde muy pequeña fue muy buena, y todos, sus padres, sus abuelos, sus tíos y tías se deshacian estrechándola entre sus brazos y colmándola de besos. 

Los monos aumentan pero los árboles escasean.

Son las cinco menos diez de la mañana. Acaba llamarme el despertador con sus pitidos estridentes para avisarme de que he de levantarme para ir a trabajar. Mi tiempo de sueño ha terminado aunque apenas he podido dormir nada. Odio madrugar, pero lo que odio todavía aún más es perder ocho horas de mi vida en un trabajo monótono y aburrido como el que llevo haciendo durante más de veinte años. Me visto y me aseo mientras el mundo, que nunca duerme, se pone en marcha una vez más. Puertas que se abren y cierran, gente que entra y sale, coches, camiones, aviones que van de un lado para otro, todo es una caótica sinfonía de seres humanos que nunca descansan. Unos que van, otros que vuelven, y yo que me tengo que ir. Al salir al rellano de la escalera una bofetada fría termina de despejarme. La luz se enciende y escucho los pasos de mi vecina de abajo que se va a trabajar también como yo. Es uno de los pocos consuelos que la vida tiene a esas horas, aparte por supuesto del primer y principal he

Evento 1

 El mundo está lleno de imbéciles. Se trata de una ley Universal relacionada con el equilibrio del Todo. Si no hubiera imbéciles no habría gente normal, aunque el término "normal", o "normalidad", es algo ciertamente discutible. Y para ello pondré el siguiente ejemplo: Esta mañana, un día "normal", me dirigía hacia la oficina de correos del lugar donde actualmente resido, y que por circunstancias evidentes he obviado mencionar, cuando de pronto, en una calle, me cruzado con una joven pareja que junto a su niña pequeña caminaba por ella. La niña, una criatura de dorados y ondulados cabellos y una graciosa sonrisa correteaba y jugaba alegremente hasta que en una de sus travesuras se ha parado y se ha quedado sentada sobre la acera. Su madre, una rubia preciosa de esbeltas y cuasi perfectas líneas, se ha agachado de cuclillas para cogerla haciendo que su cuerpo se apretara todavía más dentro de las ajustadas mallas grises que vestía que no pudiera evitar fija